Miremos a nuestra familia con otros ojos

Para muchos de nosotros la familia es una realidad evidente y natural, que se vive diariamente, casi sin darnos cuenta. Una realidad que se soporta, se acepta, que a veces cuestionamos duramente, pero que pocas veces se aprecia en lo que verdaderamente es y en lo que vale. 

Es tan normal volver a casa a comer, a cambiarse de ropa, a descansar después de una agotadora jornada laboral. Es tan normal también descargar en casa las tensiones acumuladas durante el día y hacer lo que se quiere, sin trabas, sin máscaras, mostrándose tal como uno es.

Pero ¿qué sucede cuando cada uno en la familia busca su propia conveniencia?¿Qué pasa si cada uno quiere ser escuchado y no escucha, quiere ser servido y no sirve, quiere su propio espacio y no le deja espacio a los demás, quiere realizar sus gustos y no respeta lo que desea el resto de la familia?

Esas expectativas que no siempre se cumplen, esos conflictos que surgen del no entendimiento, nos llevan a mirar muchas veces a nuestra familia sólo como un lugar de paso, como una carga rutinaria, una fuente de problemas o, incluso, como un "mal necesario". Por eso es bueno detenernos de vez en cuando para mirarla con ojos nuevos. Es necesario que rompamos la rutina diaria que nos impide valorar lo que tenemos. Es bueno darnos la oportunidad de estar juntos y reafirmar que nos queremos, que podemos contar unos con otros a pesar de las dificultades.

No desperdiciemos una ocasión para darnos cuenta que nuestra familia es el lugar donde podemos ser ¡personas libres, solidarias, reconciliadas y felices!