Un anciano, un niño y un burro

"Había una vez un anciano y un niño que viajaban con un burro. Caminaban al lado de este cuando atravesaban un pueblo y un grupo de niños se rió de ellos gritando: - ¡Mira el par de tontos! tienen un burro y van los dos caminando. Por lo menos el viejo podría subirse a él. 

Entonces el anciano se subió al burro y siguieron la marcha. Al pasar otro pueblo, algunas personas se indignaron al ver al viejo montando el burro y dijeron: - Parece mentira. El viejo cómodamente sentado en el burro y el pobre niño caminando. 

El viejo avergonzado por lo que escucho se bajo y subió al niño al burro. Al llegar a la siguiente aldea, la gente comentó: - ¡Esto sí que es intolerable! El muchacho sentado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado. 

Al escuchar esto, el viejo y el niño se subieron al burro. Poco después venían un grupo de campesinos por el camino y al ver al anciano y niño montando al burro les dijeron: - ¡Es vergonzoso lo que haces! No tienes piedad del pobre animal. 

Entonces el viejo, instruyó al muchacho: - Querido mío, si escuchas las opiniones de los demás no llegaras a ningún lado, jamás vas a conformar a todos. ¿Sabes lo que te digo? Cierra tus oídos a la opinión ajena. Lo que dicen los demás te sea indiferente... escucha únicamente la voz de tu corazón."

(Miguel Agustín Príncipe)

¡Que importante es tener confianza en uno mismo! A veces nos preocupamos demasiado de las opiniones de los demás y dejamos de prestar atención a lo que nos dice nuestro corazón. Seamos honestos con nuestros sentimientos. No nos dejemos manipular por las opiniones ajenas. Tratemos de encontrar el equilibrio entre escuchar lo que demás tienen para enseñarnos e ignorar las opiniones necias y que nos confunden y nos afligen.