Para todos este año ha sido muy difícil. Hemos vivido meses con gran incertidumbre, hemos enfrentado día tras día nuevos desafíos e intentado sobrellevar la angustia y lidiar con altos niveles de estrés de la mejor forma posible. Y lo más doloroso dentro de todo, es que muchas familias han perdido a algún ser querido a causa del virus, lo que lamento profundamente. Es por todo lo vivido que esta Navidad tendrá un sabor diferente.
Siento que esta es una época para hacer un balance de este año que ha sido tan duro. Un año en que un enemigo invisible nos hizo recordar lo frágil y vulnerables que somos, pero también nos hizo recuperar nuestra sensibilidad. También nos hizo darnos cuenta de que somos resilientes, que somos capaces de adaptarnos y de enfrentar la adversidad en escenarios muy complejos.
Nadie imaginó siquiera que sería capaz de aguantar tantos meses de confinamiento. Bendecidos somos los que hemos podido vivir el encierro en una casa espaciosa, con un jardín o una azotea, que de alguna manera nos mantienen conectados con el exterior. Distinta es la experiencia para aquellos que viven en un departamento con menos espacio y menos comodidades. Por eso debemos ser agradecidos.
Y hay mucho más por agradecer. Por mi parte agradezco por lo vivido hasta hoy y por lo que me queda por vivir durante esta pandemia que aún no termina. Quedan proyectos por realizar y sueños por cumplir y confío en Dios en que todo será posible.
En estas fechas en donde el amor y la unión familiar son protagonistas, quiero enviar un mensaje de esperanza para todos quienes continúan soñando con un futuro mejor. Por favor no abandonen la ilusión. Perseveren, insistan, no bajen los brazos y no se dejen abatir por las circunstancias adversas. Si una puerta se cierra busquen nuevas alternativas, porque siempre hay una luz al final del túnel para todo aquel que mantiene intacta su fe. Sigamos soñando mientras encaminamos nuestros pasos hacia la meta que deseamos alcanzar.
Permitámonos participar en una Navidad diferente. Ahora tenemos la posibilidad de hacer una pausa en el camino para cerrar etapas y abrirnos hacia un nuevo horizonte. Resignifiquemos la Navidad. Podemos acercarnos a nuestros seres queridos de una manera diferente. Utilicemos la tecnología que tenemos a nuestro alcance y transformemos mensajes y llamados en esos abrazos que estarán ausentes. Cada uno de esos gestos será muy importante, pues acortarán distancias, entibiarán el alma, transmitirán mucho amor y la esperanza que tanta falta nos hace.
Aquellos que puedan reunirse con sus familias celebren con prudencia y siempre tomando todas las medidas necesarias para seguir a salvo. Por favor no bajemos la guardia, aún en tiempo de festejo no podemos olvidar que nuestro deber es seguir cuidándonos y cuidando de los demás.
Para ustedes mis queridos amigos lectores de mi "Espejo del alma", deseo que en Nochebuena junto al nacimiento de Jesús se renueve la esperanza en sus corazones y que el Año Nuevo sea mejor para todos.