Huellas

No es común que reflexionemos acerca de la importancia que pueden llegar a tener en una persona nuestras conductas y comportamientos. Generalmente pensamos que somos el ejemplo a seguir por nuestros hijos,  pero no nos damos cuenta de que diariamente estamos sirviendo de lección a un gran número de personas con las que convivimos. Por esta razón es fundamental que nos ocupemos del cultivo de nuestro ser y que también seamos conscientes de que a través de nuestro aprendizaje individual también estamos influyendo en todas las personas que están alrededor. 

Tratemos de dejar huellas positivas a través de nuestra vida. Huellas llenas de amor que permanezcan para siempre en todos aquellos que queremos. Huellas sanas, impregnadas de cariño, que inspiren a otros o que simplemente les hagan sentir mejor. No olvidemos que los recuerdos cuando son positivos nos reconfortan y alimentan el espíritu. 

Procuremos regalar siempre palabras de afecto que ayuden a quien lo necesite. Con pequeños gestos podemos dejar una gran huella en la vida de una persona. No hay nada más reconfortante para un ser humano que hacer feliz a otro, aunque sea por un instante o incitándolo a ser una mejor persona a través de detalles que se transformen en grandes lecciones de vida. 

Confiemos en que todo estará bien para nosotros procurando que los demás también lo estén a partir de lo mucho o poco que podamos darles. Aprendamos a darnos cuenta de cuándo podemos dar y cuándo no porque también es importante sentirnos en paz con nosotros mismos. Evitemos esos sentimientos de culpa que tanto daño nos hacen. Tratemos de no olvidar que hemos actuado siempre bien y hemos hecho lo que ha estado a nuestro alcance en determinado momento. Todos aquellos que nos aman verdaderamente así lo entenderán también y nuestra huella quedará grabada en sus corazones.