Recuerdo aquel día

Recuerdo aquel día en el que me encontraba en medio de aquella gran ciudad colapsada, habitada por rostros desconocidos, algunos de apariencia triste, otros acabados, cansados, aunque la mayoría sin expresión. 

Chocaba con tantos mundos como personas, todos ellos sin necesidad de conocerse, espectros avanzando sin detenerse a mirar hacia el lado, apáticos, egoístas e imperturbables. 

Me sentía ajena a aquel paisaje, siguiendo las huellas de los paseantes por inercia, caminando bajo los árboles desnudos, sintiendo un frío que calaba los huesos, el cielo sobre mí inmutablemente gris, el ruido incesante y yo tratando de mantener mis límites envuelta en el humo de un cigarrillo.

Avanzando sin rumbo fijo, sin poder dejar de pensar en ti y deseando con toda mi alma poder adelantar las horas para volver a tenerte conmigo. Pensaba en el mundo de ellos y me parecía tan extraño, tan distinto al nuestro. Porque en nuestro mundo nos tenemos el uno al otro, no hay prisa, no hay ruido, no hay egoísmo, hay complicidad y podemos estar tranquilos sin importar lo que pasa allá afuera.

Sigo pensando en todo eso y el reloj se compadece de mí. Ya no soporto la espera, corro a buscarte... y el resto de la historia sólo nosotros lo sabemos.