miércoles, octubre 4

El viaje al otro lado

Hace dos años en esta fecha estaba preparando mi viaje a Argentina con una de mis mejores amigas. Hoy recordé aquella bonita experiencia y quiero compartirla con ustedes.

5:30 Sonó el despertador. Estaba muy nerviosa porque pensaba que quizás no tendríamos el departamento al llegar. Habíamos hecho el contacto por teléfono y teníamos que confiar en que aquella persona respetaría el acuerdo de palabra y nos daría alojamiento. Por otro lado, hace una semana había aparecido en las noticias el caso de una chilena que habían secuestrado en Mendoza. Entonces, ¿sería peligroso que viajáramos dos mujeres solas? Más encima era fin de semana largo y miles de personas cruzarían la cordillera y seguro sería un drama encontrar pasaje de vuelta...

7:00 Salimos de Rancagua con destino al terminal de Santiago. Ibamos con los bolsos demasiado cargados, como para una semana. Al parecer los hombres tienen razón cuando se quejan de que las mujeres solemos llevar cosas innecesarias cuando viajamos. Ellos se las arreglan con una tenida para el día, nosotras con dos o tres. Mi amiga y yo no somos la excepción.

9:10 Salimos de Santiago. El bus iba lleno. Cada uno pelaba el cable en su idioma, iban chilenos, argentinos, alemanes y japoneses. De pronto teníamos en frente un espectáculo maravilloso. Nuestra Cordillera de los Andes. Era impresionante el paisaje. Yo siempre pensaba que exageraban cuando decían eso, pero verlo con mis propios ojos era otra cosa. La chica se emocionó y me dijo: "Ahora sí que me siento orgullosa de ser chilena y de saber que esto es nuestro". Es increíble el patriotismo que nace al observar esa belleza. Hasta yo quedé pa' dentro. Seguro me hubiese bailado una cueca ahí mismo. Los que me conocen saben que no me gustan mucho, pero feliz hubiese hecho el intento de mover el pañuelito.

12:30 (Más o menos) Llegamos a Portillo. Interminables curvas... todo mal. En ese momento recordé a un señor que vendía pastillas para el mareo en el terminal. Nadie le dió bola al pobre. Y era topísimo él, de corbata, aceptaba dólares y euros. Sin las famosas pastillitas no me quedaba otra que cerrar los ojos y esperar que terminara la tortura... la chica estaba igual. Silencio absoluto. Por suerte no habíamos desayunado.

13:00 (Más o menos) Llegamos a la aduana. A todo el mundo le dio hambre porque empezaron a sacar sus provisiones como locos. Incluidas nosotras, que llevábamos nuestros sandwiches de jamón y queso, siempre salvadores. Los paquetes de papas fritas y galletas estaban inflados por la presión, quizás a qué altura estábamos. Bueno mi panza estaba igual. Necesitaba ir urgentemente al baño. Pero en el bus ni loca. Quizás con qué me iba a encontrar. Nunca tan aperrá... por algo nunca fui scout.

Al rato aparece el auxiliar del bus, un espécimen demasiado insoportable, e informa con su tono de voz bastante desagaradable también: "Son las 14:30 hrs, estaremos acá hasta las 17:00 hrs. (ya era hora argentina) Y nosotros: "Quéeee?" No quedaba otra que armarse de paciencia porque ni siquiera nos podíamos bajar del bus.

Esa espera nos sirvió para conocer gente linda, como la familia de Punta Arenas y los "gringuitos" jaja. Me da risa porque en realidad eran alemanes, pero a la chica le daba con que eran gringos. Eran dos hermanos bien simpáticos. Por suerte ella hablaba algo de español y nos entendimos bien... ¡nett, dich zu treffen!

Yo necesitaba un baño y no tenía plata argentina para pagar el de la aduana. Me daba mucha lata pagar con un dolar. Huasa no más! Tuve que seguir aguantando. 

Por fin se acabó el tedioso trámite del paso de Los Libertadores. Eran las 17:00 hrs, el simpático tenía razón. El viaje continuaba... yo sin ir al baño... pero teníamos nuevos amigos, así que ya no estábamos tan solas.

19:30 Aparece el famoso letrero "Bienvenidos a Mendoza". Llegamos, después de un total de 12 horas de viaje. Se supone que en temporada baja no tardas más de 6. No quería volver a sentarme en mi vida. Estaba casi oscuro. Nos vinieron los nervios. Volvían a aparecer mis preguntas. Quizás tendríamos que dormir en una plaza ¿Y si nos secuestraban? Los alemanes estaban en la misma, por su cara se notaba que estaban urgidos con el tema, porque obviamente no les entendíamos ni la mitad de lo que hablaban entre ellos. Tenían que confirmar su hostal. 

Lo extraño era que en el terminal no había nadie ofreciendo alojamiento, sólo un par de viejas chantas que cobraban un ojo de la cara por una noche. Todo mal. Teníamos que llamar a don Luis, el dueño del supuesto departamento que habíamos reservado. Se nos volvió el alma al cuerpo cuando hablamos con él. Ya teníamos donde llegar.

Los alemanes también habían confirmado su hostal. Llegó la hora de separarnos y acordamos vernos al día siguiente para salir a comer. Yo tengo que reconocer que dudé un poco porque quizás dónde querían ir y nosotras no andábamos con tanta plata como para gastar en lugares top. Estaba claro que cada uno se pagaba. Bueno, había que esperar hasta el otro día. Era puro pasarse películas todo el rato...
Tuvimos suerte, encontramos pasajes de vuelta. Según el vendedor quedaban sólo 3. Y yo le creo, si el terminal parecía hormiguero. Nos salvamos porque el presupuesto era para 3 noches nada más.

Volé al baño. Gracias por pagar el baño chica! Menos mal que ella entendía perfectamente el cambio de la moneda. Tengo que admitir que a mí me complicó todo el viaje la famosa conversión del peso chileno al dolar, después del dólar al peso al argentino... un lío.

El encuentro: Don Luis se veía super piola. Nos saludó bien amoroso, como si nos conociera. A la chica y a mí nos pareció raro... pero ya no podíamos echar pie atrás. Teníamos que irnos con el nomás. Pero debo confesarlo, no me sacaba la idea del secuestro de la cabeza.

Don Luis nos dice: "Tenemos que esperar a mi compadre que me prestó el auto porque hoy no tengo mi camioneta"... emmm ¿Compadre? Era más fácil defendernos de uno pero ya con dos se complicaban las cosas.

El otro señor se veía amable también, el problema es que a veces tanta amabilidad hace desconfiar... no sé. Mi estómago se revolvía más que con las curvas de Portillo cuando nos subimos a ese auto. Que manera de estar nerviosas! La chica me miraba y yo a ella... no nos hablábamos pero seguro estábamos pensando lo mismo: "¿En qué nos habremos metido?".

El auto era super lindo, moderno y yo pasándome rollos para variar pensaba: "Lo habrá comprado con la plata de los rescates"... Lo peor fue cuando el compadre activó los seguros, eso ya fue demasiado... De verdad parecía película. Ellos no paraban de hablar, se mostraban amables, nos explicaban las calles y todo, y nosotras seguíamos urgidas y asustadas. Más encima teníamos que disimular porque nos miraban por el espejo retrovisor.

Por fin llegamos a la casa. Se veía muy bonito el lugar, una casa grande, blanca, con la bandera argentina pintada en la pared, super patriota don Luchito. Todo parecía normal.

Bajamos del auto, el "compadre" se despidió (y no lo volveríamos a ver) y nuestro anfitrión nos condujo hasta su departamento en el segundo piso, donde él vivía con su familia (su esposa y sus dos hijos). Definitivamente ya no parecía secuestro.

Al entrar él nos dice: "Chicas pónganse cómodas, ahora les preparo un café y luego las ubico en el lugar que les preparé." ¡Qué amable!... Recién en ese momento la chica y yo pudimos respirar tranquilas... estábamos a salvo.








6 comentarios:

  1. Anónimo04 octubre

    Lo mejor esta por venir.... porque siempre pensamos al revés? ni modo parte de "seguridad" de hoy en día, pero precioso relato gracias por compartirlo.

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  2. Anónimo04 octubre

    hola amiga como estas, yo aca viviendo el dia tal como lo escuche por ahi vive el dia y el momento.
    pero eso trato de hacer que cuatica tu historia como no me habias contado que viajaste.
    suerte amiguis nos leemos bye

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  3. Anónimo04 octubre

    ¡Ohh! Siempre es bueno nutrirnos con esos recuerdos que por siempre nos dejarán un excelente sabor de boca, aun mas que los que dejaría un rico chocolate o un pastel de fresas, o una helado de coco, o unas galletas de vainilla, o un elote con chile y limón, o una cerveza bien fría, o una coca helada, o un beso amado, o no sé que tanta cosa mas.


    Cray, caray...con esas aventuras por las que la vida nos hace pasar. Solo resta dar gracias por ellas.

    Saludos.

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  4. Anónimo05 octubre

    Alucinante post...

    Me encanta como contás las cosas, haces de un viaje un relato épico...

    Me encanta tu blog...
    Vendré seguido...

    Pasate por casa cuando quieras...

    A.-

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  5. Anónimo05 octubre

    Y es que los viajes se viven antes, durante y después... Ellos siguen macerando lentamente en nuestra memoria obteniendo sentimientos y recuerdos renovados que ya forman parte de nosotros. A veces sacas fruto de esos pequeños detalles que ahora recuerdas con frescor y que te pasaron desapercibidos entonces...
    Siempre es maravilloso retomar aquellos instantes ¿Verdad?

    ¿leerte?
    Un placer ¿Cuando no?

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  6. Anónimo05 octubre

    navegaba por el mar...y llegué a esta playa, en la que si vos me lo permite vendré a bañarme de vez en cuando...
    un placer disfrutar de sus aguas.....yo la invito a que se venga a dar un chpauzón a mi calita cuando quiera..
    un abrazo dsd el sur............
    del sentimiento

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Gracias amigos por estar presente y ser parte de mi "Espejo del Alma".